Para muchos perros, el uso de cualquiera de estas herramientas supone un suplicio. Por eso considero de vital importancia condicionarlo desde edades relativamente tempranas.
Condicionar significa en sentido amplio, la asociación de patrones con estímulos. En el adiestramiento procuramos en muchas ocasiones realizar condicionamientos positivos de diversas situaciones o estímulos, para conseguir una mayor calidad de vida del perro y de los dueños.
Este es un proceso que llevará varias sesiones cada fase. Comenzamos desmontando el transportín y en la base tiramos comida dentro, para que poco a poco se sienta cómodo dentro de ella. En ese punto ponemos la parte superior y realizamos el mismo procedimiento. De momento ni tocamos la puerta (es preferible pecar de ir despacio que de correr). Una vez que comience a cogerle gusto, arrimamos la puerta y rápidamente volvemos a abrir. Si el perro intenta salir me gusta dejarle, no tenemos prisa y queremos que se sienta cómodo. Entre sesión y sesión cerramos con comida dentro, porque así tendrá deseo de entrar. A continuación podremos empezar a cerrar la puerta y en las primeras ocasiones cada segundo que esté cerrado premiaremos y paulatinamente espaciando los tiempos de entrega. Recomiendo no felicitar verbalmente durante el proceso debido a que queremos que el refuerzo sea interno y no externo.
Si se siguen estas pautas detenidamente, nuestro perro amará el transportín.
El proceso para condicionar de forma positiva el bozal o arnés, básicamente es el mismo y también nos llevará varias sesiones. Comenzamos presentándolo delante del animal y cada vez que lo mire, premiamos. Paulatinamente iremos poniéndoselo un poco más y mientras que lo tenga puesto premiamos. En el momento en el que se quite, los premios han de cesar.